jueves, 30 de junio de 2011

El celo de los corzos




Ahora con la llegada del verano  y hasta entrado el mes de Agosto, es cuando tiene lugar el celo de los corzos, bastante discreto en comparación con el resto de los cervidos pero no por ello menos curioso. Los machos son muy territoriales, llevan un exhaustivo marcaje en los árboles, donde se pueden apreciar a menudo marcas y dejan sus feromonas con unas glándulas  en la base de su cornamenta.
El macho acosa y persigue a la hembra, dando lugar a un curioso ritual, como el juego de la tula o el aquí te pillo y te cojo, el corzo persigue con insistencia, si estas carreras se centran en torno de un obstáculo o un árbol o giran sobre si mismos, quedan plasmados en el suelo sendas en forma de circulo, llamados corros de brujas.
Por otro lado apenas hay combates con otros machos, quizás debido a su carácter territorial y solitario, pero si se han podido constatar combates dialécticos entre machos de territorios vecinos como para delimitar el terreno de influencia, mediante su voz característica, la ladra, semejante a un ladrido de perro.
El macho fecunda a las hembras que están en su terreno, pero como por parte de las hembras, estas no forman grupos entre ellas, acaban emparejándose, debido a lo cual se considera que los corzos son monógamos, lo cual no es cierto del todo.
Cuando la hembra se queda fecundada, se produce un  fenómeno muy curioso, porque la gestación dura cinco meses y sin embargo la paridera de las corzas, es en el mes de mayo, a esto se le llama DISPAUSIA EMBRIONARIA, mediante la cual el embrión fecundado, alcanza la fase de blastocíto, se paraliza el embarazo, para luego continuar en el mes de diciembre, para luego al llegar el mes de mayo o junio, la corza paríra uno o dos corzinos, de no ser de esta manera nacerían en pleno invierno, con malas condiciones climatologías y escasez de alimento para la madre lo que redundaría en una menor producción de leche.


No hay comentarios:

Publicar un comentario